Supongo que cada uno manejamos el volante de nuestra vida. Dos sentidos. Tomamos las decisiones sin pensar en las consecuencias, pero muchas otras veces nos quedamos en esa ralla del medio sin ir a ningún lado, porque tenemos miedo, tenemos miedo a equivocarnos, a perder, a caernos y que un día no podamos levantar de ese gran charco de barro que nos borro la sonrisa de princesa.