lunes, 7 de mayo de 2012

La perdición de unos simples y negros zapatos de tacón


Los ves, te miran y te susurran que deben ser tuyos. Te pierdes en cada uno de esos centímetros de su precioso y fino tacón, con su forma ligeramente curvada hacia dentro; ese color negro carbón que consigue imnotizarte y esa plataforma de apenas 2 centímetros que realza tu figura. Entonces pides tu número, apoyas el pie sobre esa cómoda y mullida plantilla y consigues mantener el equilibrio sobre ese tacón de aguja, y por fin te das cuenta de que no puedes despegar tus ojos sobre aquel reflejo de ese industrial espejo, te sientes más guapa, sientes que con ellos te comerás el mundo. Los observas y no puedes borrar de tu mente esa envolvente voz que consigue que por fin los compres sin importarte apenas el precio.