martes, 25 de septiembre de 2012

Tiempo al tiempo.

Es bueno pensar que el día de mañana algo pueda llegar a cambiar. Que las farolas de la calle en vez de blancas sean amarillas; que los taxis fueran negros; que la pared de enfrente de tu casa un día la pinten y borren todos los grafitis que un loco enamorado escribió para su princesa. Y de pequeñas alteraciones insignificativas, nacen los grandes e importantes cambios.
El color de uñas de tus pies, tu foto de principal, la forma de como pintarte, la foto del escritorio, son cambios habituales, los mas sencillos, y los voluntarios. Pero las personas también cambiamos con el paso del tiempo; quizá dentro de unos años aquel chico que se te quedaba mirando en los pasillos del instituto el día de mañana será el padre de tus hijos, o aquella amiga volverá; quizá podrás llegar a cumplir ese sueño de cualquier niño y ser astronauta, o tal vez conseguirás llegar más alto de lo que puedes imaginar. Porque de pequeños sueños nacen increíbles experiencias.
Y es el paso del verano al invierno el que nos sorprende, el que nos hace ver que las cosas cambian, ni muy despacio, ni muy deprisa, sino a su debido tiempo.